jueves, 27 de octubre de 2011

Marcada

Lara corriò hasta la esquina y gritò:
-Taxi!!!
Doblaba uno y frenò muy cerca de ella,  ya que habìa bajado el cordòn abruptamente.
-Se sentò rapidamente, y sollozando le dijo:
Voy hasta Lujàn, tenes idea cuanto me va a salir
Lo había tomado en pleno centro de Buenos Aires y eran las 5,30 de la madrugada.
- Dejame pensar ...y te va a salir bastante, no te preocupes, tenes dinero?
-Si, tengo. Y creo que es suficiente, pero no se.
-No te hagas problema, vas a tu casa?
-Si, a mi casa.
-Bueno si no alcanza y no te mudas, podré ir a buscar lo que falte otro día. Es lejos, pero podría ir un dia de paseo. Un domingo por ejemplo.
-Muchas gracias, quizas alcance..
Y en ese momento se largó a llorar por un buen rato.
Hasta que el taxista le dijo:
- Disculpame, cual es tu nombre? tenemos un largo viaje, porque no dialogamos para que sea mas ameno y se te pase un poco la angustia.
- Lara, es mi nombre y el tuyo?
- Emilio, estoy divorciado, tengo 40 años, un hijo de 11 que se llama Tomás, y es la razón de mi vida.
- Yo tengo 31, y hasta hoy estaba casada, pero se terminó, y para siempre. No tengo hijos.
- A veces pasan cosas, peleas, desencuentros pero tambien existen las reconciliaciones.
- No esta vez, ya no. Ya hubo muchas, esta vez no.  yo confié, le creì una vez mas, y otra vez lo hizo, otra vez.
Se hizo un largo silencio, Emilio no quiso preguntar por no incomodarla.
Paró en una estación de servicio a cargar combustible, ya estaba amaneciendo.
Salió del auto, caminó unos cuantos metros, para estirar sus piernas, y miró a Lara que estaba sentada cerca de la ventanilla, y con la luz del día pudo darse cuenta que tenía su cara golpeada a la altura del ojo derecho y el pómulo.
Un escalofrío corrió por su pecho y  dijo :... Que hijo de puta!!
Subiò al auto, lo adelantó unos metros hasta salirse  a un costado.
-Lara, queres que tomemos un café? te lo traigo al auto, si querés.
Ella tapò parte de su cara con su mano.
- Preferiría primero ir al baño, por favor.
- Por supuesto, yo también voy, el viaje es largo. Y traigo al auto dos cafés. Y una medialuna te gustaría?
- No, el café solo.
Emilio pensaba como podrìa ayudarla, estaba golpeada por su pareja seguramente, lo habría denunciado, lo harìa ahora cuando llegue. No sabía como encarar el tema sin causar un efecto negativo en ella.
- Está caliente? El mìo muy caliente.
- Si, está rico, cuanto te debo?
- No, esta es una invitación mía. Lara, no quiero incomodarte, pero te puedo ayudar en algo?
- No creo, pero bueno, llevándome a mi casa, ya me estás ayudando.
- Bueno, este es mi trabajo.
- Si, pero me  estas acompañando en un viaje muy importante para mi, el viaje de vuelta, la vuelta al hogar, al patio, al limonero, al parral,  mi madre, mis hermanas, mi cama, mi ventana.

- El lo hizo, él te pegó?

- Si,  muchas veces, muchas.
- Lo denunciaste?
- No, siempre tuve miedo.
Emilio tomó su mano, y le dijo:
- Que queres que haga, como puedo ayudarte? Soy un buen tipo, y estoy conmovido y te veo tan sola, tapándote tu cara, con tanta verguenza...
- Gracias, pero no podes hacer nada, solo llevarme a la casa de mi madre, y allí podrè descansar unas horas, hasta que ellos vengan.
- Ellos? Quienes?
- Podemos seguir viaje? Estoy ansiosa por llegar.
- Si, claro.
Emilio arrancò el auto, y tomó la ruta nuevamente, miró los ojos celestes de Lara a traves del espejo, y los vió llenos de lágrimas.
Un tramo de silencio acompaño el momento de ver al sol subir en el horizonte, de pronto Lara dijo:
- Pará, pará en la banquina un momento, voy a vomitar.
Emilio aminoró y frenó, Lara abrió la puerta, bajó y vomitó. Y èl pudo ver que había sangre en su blusa amarilla.
Lara subió y dijo: Vamos Emilio, vamos. Gracias
- Ya estas bien? Estamos llegando, queres que te lleve al hospital?
- No. Quiero pasar por la basílica, y despuès de ahi a casa, pero son solo unas cuadras.
- Si, por supuesto.
El centro de Lujan estaba apenas despertando, estaba abierto el kiosco de diarios y un bar en una esquina. Estacionó el auto casi frente a la basílica, ella bajó y le pidió que la espere.
Lara caminó lentamente por el pasillo central y prefirió sentarse en uno de los últimos bancos.

- Señor, perdóname, necesito tu perdón. No me desampares, no puedo mas.
Permaneció unos instantes sentada con la cabeza baja, miró sus manos como no reconociendolas, abatida, diezmada por el propio destino, rezó conmovida un Padre nuestro y se levantó y se dirigió a la salida.

- Emilio, ahora si, a casa.
- Bueno, como digas vos.
- Por aqui a la derecha, seguí 6 cuadras y doblamos a la derecha nuevamente y ya estamos.
Asi lo hizo, y llegaron, una casa humilde pero amplia con un terreno al costado donde se  veía los naranjos y el limonero.
- Bueno, tomá es todo lo que tengo.
- No, es mucho, esperá esto sobra.
- No, quiero que te lo lleves, a donde voy no lo voy a necesitar.
- Como? Porque? preguntó sonriendo pero temiendo una contestación inesperada.
- Van a venir por mi, pronto, muy pronto.
- Quienes?
- La policía...........lo maté, Emilio,.....lo maté.....

Abrió la puerta de hierro, y con una leve sonrisa le dijo: Adios, gracias por todo...


FIN

lunes, 17 de octubre de 2011

Gracias Nano....

Uno a veces tiene sueños incumplidos y no porque sean imposibles.
Solo ocurre que la vida no te dio la oportunidad de cumplirlos por algun injusto o arbitrario motivo.
El sàbado pasado cumplì un sueño postergado.
Y es así que viví uno de los momentos mas felices de los últimos tiempos.
Fui a ver y a escuchar a Serrat, a la ciudad de Banfield.
El partido de Lomas de Zamora cumple 150 años y dio la posibilidad a que la gente lo pudiera ir a ver gratis al estadio de Banfield.
Quiero compartir con  mis amigos lectores esta alegrìa inmensa que llena mi alma y desborda mi corazón.
Estaba lejos, en la tribuna, pero tan cerca de él como mis sentimientos me lo permitían.
Llorè, reì, disfruté, canté y fui feliz, muy feliz.
Gracias a Miguel y Mabel por esta invitación tan grata y tan ligada a mis emociones y a mis sueños.
Y gracias Nano por tu talento incomparable, tu sensibilidad, y tus canciones maravillosas.
Bienvenidos los momentos felices.

Inés