miércoles, 21 de diciembre de 2011

La dama de la escalinata

En la escalinata de la parroquia  estaba siempre sentada por las tardes una mujer con una edad dificil de determinar, parecia vieja por su tez pero no tenia muchas canas, y su cabello siempre estaba atado.
Su atuendo negro estaba descolorido por el sol y los años pero parecía haber sido de un género de cierta calidad.
Ella pedía con su mano extendida despues de la misa vespertina, sus ojos eran claros y parecian llorosos.
De vez en cuando sonreía sobretodo si veía a un niño. Pero mayormente su gesto era triste y de cierta apatía.
 Pocas personas se atrevían a hablarle. Pero llegando diciembre siempre hay algun ser caritativo o culposo de no haber reparado en ella durante todo el año que suele preguntar a gentes solitarias que haran en la Noche buena, si tendrán algun lugar para sentarse a comer rodeada de gente que le brinde cariño o contención.

--Señora, ya la he visto varias veces por acá. Donde pasa Ud. las noches?
- Porque me lo pregunta? Acaso me llevará a su casa?
- No se ofenda, disculpe, quisiera ayudarla a encontrar un lugar...
- Yo tengo donde dormir, una cama vieja, un techo, unas paredes despintadas.
- Y con quien pasará la Nochebuena?
- Y Ud. con quien la pasará?
- Con mi familia, mis hijos y nietos.
- A mi me acompañan mis recuerdos y algunas otras personas que como yo viven con sus recuerdos podrán venir a mi lugar.
- Y tendrán que comer?
- Para ello estoy pidiendo acá. para tener que comer.
- Bueno Sra. disculpe las preguntas Feliz Noche buena!
- Ud, también, Felicidades
Y sin darle una moneda se retiró enojada por la indiferencia, o quizas por la irreverencia de la Sra de negro.

Amelia De Palma, era actriz, una actriz de renombre, había trabajado en el San Martin, comenzando con pequeños papeles pero llegó a encabezar protagonizando clásicas obras en el prestigioso teatro.
Había estudiado con grandes maestros de  actuación de su época. Había tenido una hija de soltera a la que llamó Laura.
Ella trabajó siempre para que Laura estuviera bien, y estudiara en buenos colegios.
El amor no le había dado muchas satisfacciones, fracasos, desencantos y lograr que un hombre la quisiera pero tambien aceptara a su hija no era facil.
Hasta que se enamoró de Antonio, un actor de no mucho talento pero agraciado en su aspecto que no dejaba escapar a una mujer bonita sin intentar conquistarla, y Amelia era  atractiva y muy femenina.
Ya con Laurita en la preadolescencia se permitió enamorarse nuevamente.
Quiso pensar en su felicidad una vez mas.
Lo llevó a vivir a su casa ya que él un buen dia lo echaron del departamento que alquilaba.
Su casa no era grande, solo había dos habitaciones, en una dormía su hija y en la otra ella, y ahora también Antonio
El no conseguía trabajo, su mala fama de incumplidor en los horarios y cierta irreverencia no ayudaba demasiado.
Un día él comenzó a fijarse en Laura, y a escondidas de su madre, comenzó a hostigarla con manoseos y amenazas, hasta que una noche la violó en su cuarto, mientras Amelia estaba en plena funcion en el Cervantes, haciendo La dama de las camelias.
Pero Laura quiso defenderse y dejó arañado en los brazos y en su espalda a su agresor.
Pero no pudo contra la fuerza masculina y el miedo y logró violarla y lastimarla, pero cuando él se iba del cuarto, la joven que guardaba una cuchilla en un cajón, lo apuñaló certeramente en un pulmón y cayó al suelo.
Pero llorando pensó que su madre lo amaba y nunca la perdonaría, y con la poca fuerza que le quedaba se clavó la cuchilla en su pecho, y cayo al lado de él.

Amelia, vive de los recuerdos, de las obras clásicas, de los compañeros actores y de los premios recibidos.
Su casita vieja y despintada todavía tiene algunos muebles, y en un ropero de roble guarda atuendos de la época, con cierto olor a naftalina.
Pero ha borrado de su memoria la imagen de los dos cuerpos en el piso, porque a veces hay ciertas enfermedades ceniles que favorecen o alivianan el penar.
Ella mira fotos de su hija Laura y sonríe pero no recuerda porque no está, si fue al colegio y está por volver, o si ella misma la mandó a comprar algo al almacen de la esquina.
No hay fotos de Antonio, para ella no existió.
Solo sabe que a veces tiene hambre, entonces a la salida de la misa vespertina extiende su mano para recibir unas monedas y apenas sonríe. Y en Diciembre suele decir "Feliz Navidad"


FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario